«La sirena varada», de Alejandro Casona, es una obra peculiar. Lo que empieza como una comedia, una fantasía utópica en la que cualquier deseo es posible, va evolucionando, empujada por una realidad que se van imponiendo, hacia un drama a medida que se van desarrollando sus tres actos.
Aún así, era importante reflejar el tono de ensoñación que se destila en la mayor parte de la obra, unido a un poso de cierta melancolía.
Si bien mi primera opoción fue construir una imagen en formato collage, la inercia me llevó a que cada una de las piezad de ese puzle se unieran si que sus bordes fuesen visibles, formando una imagen con elementos reconocibles, pero compacta y con su propia personalidad.
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